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martes, septiembre 02, 2008

Her navel is clearly an outtie 

En la cajita siempre hay varios rectángulos de papel, de diferentes gramajes, texturas y colores. Algunos están casi deshechos, otros conservan la lozanía del cartón casi plastificado, del certificado con holograma incluido que asegura que ese ticket ha sido adquirido por algún servicio de gestión de entrega, que es delivery, que no wonder también se traduce como parto.

Antes de que los toque el fuego, antes de que el aroma inconfundible del fósforo preludie el final tipicón, la cajita vomita las facturas de los momentos.

Dos tickets a un conocido complejo de cines, rodeado de muertos enterrados y de vivillos con ramitos. Función de viernes trasnoche, probablemente post primera cena algo incómoda. Una comedia olvidable, generalista, algo para hacer pasar el tiempo hasta que uno de los dos se abalance sobre el otro.

Dos tickets a un teatrucho de varieté de Congreso, con sillones tapizados de borravino y olor a humedad y polvo de alfombra, asentándose hace años. Un señor que cree haber hallado el secreto de la hilaridad incontenible en la aliteración constante de palabras soeces y el desfile tristón, ajado, de dos travestis que intentan ponerle una cuota de exotismo a la deslucida locación. Algunos realmente se divierten con esas muletillas desgastadas y ese timbre de voz aguardentoso. Otros, visiblemente fuera de su zona de confort, esbozan sonrisas que acompañan carcajadas y por dentro se fuman la ocasión con estoicismo.

Dos tickets a un recital de banda local de proyección internacional (…latinoamericana, vamos, en NY no los conocen), al siempre convocante Parque de la Luna. Lo que se entiende como campo es una marea cadenciosa de cuerpitos adolescentes y no tanto, que arrecian contra la orilla de la valla cada vez que la sucesión armónica lo amerita. Algunos adoran nadar allí. Otros lo consideran una mera sopa y no logran abstraerse del contexto para entender lo que sucede sobre las tablas.

Dos tickets a un complejo habitacional, en algún pueblo de mediano reconocimiento de la Provincia de Buenos Aires. Un lunes feriado que automáticamente insta a la escapada bovina, a la naturaleza de anafe y cama cucheta, al asombro prefabricado de los foráneos ante la demostración de la particularidad del lugar (la paella más grande, el dulce de leche más dulce, la bola de fraile más turgente, las enredaderas más pegajosas, you name it). Algunos adquieren navajas suizas antes de la partida, mientras preparan con meticuloso afán el equipo de mate. Otros, prefieren comprar analgésicos y un par de libros.

Mientras todas las parejitas arden, se achicharran y ennegrecen, mientras van desapareciendo entre brasas minúsculas y chisporroteos casi imperceptibles, la obvia conclusión se va dibujando en un ticket aéreo a una ciudad desconocida, el único que queda, solito.

Intentar que el otro cambie nunca es una buena salida.

Tonight's song: Ticket to ride - The Beatles. Best served with: una canción que cuadra al dedillo, that hardly ever happens.

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