domingo, julio 24, 2005
Bicentennial
Acomodó la cabeza en ese hueco incierto, entre la axila, el hombro y el comienzo del pecho lampiño, disponiéndose a dormir después de una larga sesión de aquel ejercicio que a nadie le cuesta hacer.
Cuando encontró la posición, exhaló un largo suspiro, de vacuedad anímica y física, de tranquilidad inmutable, y cerró los ojos. De nada le servían abiertos, estando como estaban en la más completa oscuridad.
El silencio que los envolvía era casi opresivo. Era esa clase de silencio que logra que escuches cómo escuchan tus oídos, con ese zumbido penetrante que significa que ningún otro ruido está a tu alcance. Y ahí fue cuando lo escuchó.
Leve, al principio, tenue y como amordazado. Su oreja izquierda, besando el hombro, vibró con extrañeza: ¿qué es ese ruido? ¿Lo escuchaste?. No, no escuché nada. Dale, dormite.
Se repitió, esta vez con más fuerza: ¿No escuchás, un ruido como de corriente? No, nena, no, estás fastidiosa, eh. Dale, dormite que mañana hay que madrugar.
Respiró, resignada, y empezaba a caer en la inconsciencia cuando un tercer zumbido, más potente que los anteriores, atravesó su tímpano y llegó hasta su cerebro. El ruido provenía del hombro, que ahora comenzaba a latir a una velocidad inverosímil. No dijo nada, se quedó callada, tratando de entender qué carajos era eso.
La respiración de él se volvía cada vez más acompasada y relajada, y cuando por fin se durmió, ella levantó la cabeza. El zumbido se había acabado, ahora lo que sonaba era una especie de cooler, como cuando apagás la computadora y deja de ventilarse, como cuando el motor de la heladera se para y ahí te das cuenta que habías tenido ese sonido flotando en el ambiente.
Ahora entendía los mecánicos "te amo" cada vez que terminaba con la faena amatoria. Los repetidos "sos especial para mí", monocordes y predecibles. Estaban programados, claro.
Cosa jodida, estar enamorada. Cosa complicada, estar enamorada de un robot.
Tonight's song: Paranoid Android - Radiohead. Best served with: pintó ponerlo, qué se yo.
Cuando encontró la posición, exhaló un largo suspiro, de vacuedad anímica y física, de tranquilidad inmutable, y cerró los ojos. De nada le servían abiertos, estando como estaban en la más completa oscuridad.
El silencio que los envolvía era casi opresivo. Era esa clase de silencio que logra que escuches cómo escuchan tus oídos, con ese zumbido penetrante que significa que ningún otro ruido está a tu alcance. Y ahí fue cuando lo escuchó.
Leve, al principio, tenue y como amordazado. Su oreja izquierda, besando el hombro, vibró con extrañeza: ¿qué es ese ruido? ¿Lo escuchaste?. No, no escuché nada. Dale, dormite.
Se repitió, esta vez con más fuerza: ¿No escuchás, un ruido como de corriente? No, nena, no, estás fastidiosa, eh. Dale, dormite que mañana hay que madrugar.
Respiró, resignada, y empezaba a caer en la inconsciencia cuando un tercer zumbido, más potente que los anteriores, atravesó su tímpano y llegó hasta su cerebro. El ruido provenía del hombro, que ahora comenzaba a latir a una velocidad inverosímil. No dijo nada, se quedó callada, tratando de entender qué carajos era eso.
La respiración de él se volvía cada vez más acompasada y relajada, y cuando por fin se durmió, ella levantó la cabeza. El zumbido se había acabado, ahora lo que sonaba era una especie de cooler, como cuando apagás la computadora y deja de ventilarse, como cuando el motor de la heladera se para y ahí te das cuenta que habías tenido ese sonido flotando en el ambiente.
Ahora entendía los mecánicos "te amo" cada vez que terminaba con la faena amatoria. Los repetidos "sos especial para mí", monocordes y predecibles. Estaban programados, claro.
Cosa jodida, estar enamorada. Cosa complicada, estar enamorada de un robot.
Tonight's song: Paranoid Android - Radiohead. Best served with: pintó ponerlo, qué se yo.