miércoles, junio 01, 2005
Pídalo.
Le dio con saña al botón del taxímetro y se relamió los labios, preparándose para el monólogo de siempre. Cada pasajero que subía lo ayudaba a mejorarlo un poco más, a pulir las incoherencias, a agregarle detalles de color que sumaban a la misma historia.
"Si estos asientos hablaran." comenzó, un tanto jactancioso. Sí, si hablaran pedirían eutanasia. Una jauría histérica que los desgarre a dentelladas y zarpazos descontrolados. No debe ser nada divertido escuchar ad infinitum las mismas mentiras exageradas, over and over again. No wonder la única venganza que podían perpetrar, con mucho esfuerzo, era darle esas maravillosas, purulentas y dolorosas hemorroides.
La consabida rubia despampanante, abandonada por su pareja siempre cinco minutos antes de que subiera al móvil; la pulposa y enlutada viuda pelirroja que por primera vez pasaba sola las fiestas; la morocha salvaje que envuelve al auto en un vaho de perfume a almizcle y porro. Todas pasaron por el taxidandy, que no es Alain Delon ni por las tapas: 20 kilos de sobrepeso, una coronilla resplandeciente, orejas alargadas y nariz bulbosa, dientes amarillentos por los años de cigarrillos y café en la Central y una imaginación predecible y poco frondosa, mera archivista de lugares comunes.
"Ah, seh, si laburar acá arriba es como recorrer el mundo de a personas." No le pregunté qué quiso decir, total se va a explicar solo, en pocos segundos.
"Una vuelta subió una pareja de lesbianas *brasileñas-austríacas-suecas-alemanas-suizas-norteamericanas-francesas-italianas-españolas-cubanas* terrible. Una más hermosa que la otra. Un desperdicio, viste. Pero yo no dormí, papá, qué te pensás. Me preguntaron si sabía de algún lugar donde dos mujeres como ellas podían estar cómodas, sin que los hombres las vinieran a molestar. Les contesté que las llevaba con una condición".
No, tampoco me molesté en hacerle caso a los dos segundos de suspenso que trató de implementar mientras tiraba la ceniza por el hueco de la ventanilla. Volvió a contestarse solo:
".Que me dejaran ir con ellas, de guardaespaldas. Jejé, qué bien que estuve, no, viejo?".
Su risa grave y aguardentosa se trunca en tos de fumador, ese acceso que hace que esperes ver una pleura impactando contra el vidrio delantero.
Tuve que hacerlo.
"¿Y? ¿Qué pasó?". Me odié a mí mismo por ello.
"Nada, nos terminamos enfiestando en un albergue por ahí por Montserrat, yo estoy arreglado con ellos, viste, les llevo gente y me tiran unos mangos. Fue terrible: no sólo me cabalgué a dos tremendas yeguas, encima me pagaron. Nah, si soy grosso, flaco. No hay que tener vergüenza, vos tirá el anzuelo y vas a ver que algo vas a sacar".
No pude contenerme, después de aguantar semejante perorata quería un desenlace, una respuesta a la pregunta no formulada veinte kilómetros atrás.
"¿Pero qué tiene que ver eso con recorrer el mundo de a personas?".
"Ah, já, cierto. Bueno, como decir, tanta bomba les dí que se pusieron a gritar. Ahora sé decir 'Dios Mío' en siete idiomas, jejé, ¿soy cosmopolita o no soy cosmopolita?".
Nunca creí que en la vida real se escucharía un PLOP. Juro que sucedió.
Tonight's song: Historias de taxi - Ricardo Arjona. Best served with: creo que se llamaba así, la canción, tuve el buen tino de perder el hediondo cd. A veces es divertido escuchar lo que el tachero te dice.
"Si estos asientos hablaran." comenzó, un tanto jactancioso. Sí, si hablaran pedirían eutanasia. Una jauría histérica que los desgarre a dentelladas y zarpazos descontrolados. No debe ser nada divertido escuchar ad infinitum las mismas mentiras exageradas, over and over again. No wonder la única venganza que podían perpetrar, con mucho esfuerzo, era darle esas maravillosas, purulentas y dolorosas hemorroides.
La consabida rubia despampanante, abandonada por su pareja siempre cinco minutos antes de que subiera al móvil; la pulposa y enlutada viuda pelirroja que por primera vez pasaba sola las fiestas; la morocha salvaje que envuelve al auto en un vaho de perfume a almizcle y porro. Todas pasaron por el taxidandy, que no es Alain Delon ni por las tapas: 20 kilos de sobrepeso, una coronilla resplandeciente, orejas alargadas y nariz bulbosa, dientes amarillentos por los años de cigarrillos y café en la Central y una imaginación predecible y poco frondosa, mera archivista de lugares comunes.
"Ah, seh, si laburar acá arriba es como recorrer el mundo de a personas." No le pregunté qué quiso decir, total se va a explicar solo, en pocos segundos.
"Una vuelta subió una pareja de lesbianas *brasileñas-austríacas-suecas-alemanas-suizas-norteamericanas-francesas-italianas-españolas-cubanas* terrible. Una más hermosa que la otra. Un desperdicio, viste. Pero yo no dormí, papá, qué te pensás. Me preguntaron si sabía de algún lugar donde dos mujeres como ellas podían estar cómodas, sin que los hombres las vinieran a molestar. Les contesté que las llevaba con una condición".
No, tampoco me molesté en hacerle caso a los dos segundos de suspenso que trató de implementar mientras tiraba la ceniza por el hueco de la ventanilla. Volvió a contestarse solo:
".Que me dejaran ir con ellas, de guardaespaldas. Jejé, qué bien que estuve, no, viejo?".
Su risa grave y aguardentosa se trunca en tos de fumador, ese acceso que hace que esperes ver una pleura impactando contra el vidrio delantero.
Tuve que hacerlo.
"¿Y? ¿Qué pasó?". Me odié a mí mismo por ello.
"Nada, nos terminamos enfiestando en un albergue por ahí por Montserrat, yo estoy arreglado con ellos, viste, les llevo gente y me tiran unos mangos. Fue terrible: no sólo me cabalgué a dos tremendas yeguas, encima me pagaron. Nah, si soy grosso, flaco. No hay que tener vergüenza, vos tirá el anzuelo y vas a ver que algo vas a sacar".
No pude contenerme, después de aguantar semejante perorata quería un desenlace, una respuesta a la pregunta no formulada veinte kilómetros atrás.
"¿Pero qué tiene que ver eso con recorrer el mundo de a personas?".
"Ah, já, cierto. Bueno, como decir, tanta bomba les dí que se pusieron a gritar. Ahora sé decir 'Dios Mío' en siete idiomas, jejé, ¿soy cosmopolita o no soy cosmopolita?".
Nunca creí que en la vida real se escucharía un PLOP. Juro que sucedió.
Tonight's song: Historias de taxi - Ricardo Arjona. Best served with: creo que se llamaba así, la canción, tuve el buen tino de perder el hediondo cd. A veces es divertido escuchar lo que el tachero te dice.