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sábado, abril 02, 2005

Onirilandia Rejected 

Siempre me fastidió que la gente venga a mí toda emocionada a contarme sus sueños. Y por sueños, entiéndanse experiencias oníricas generalmente nocturnas que acarrean grandes corrientes de adrenalina e imágenes sensoriales internas varias, concatenadas de manera poco natural y algo psicodélica, con segura coherencia sólo para los que las experimentan.

La gente se altera cuando cuenta sus sueños, los relata en un estado de fascinación molesta, como si por el mero hecho de intentar describir sus aconteceres cerebrales yo experimentara las mismas sensaciones, entendiera a la perfección el por qué soñar que un perro malvado y gigante te corre por el pasillo de tu colegio, o por qué la persona que te estás garchando virtualmente tiene todas sus partes anatómicas en su lugar, pero no tiene rostro, sino una amorfa máscara borrosa.

O quizás sea pura envidia, porque yo no recuerdo mis sueños. Lo único que viene a mi mente cuando me esfuerzo son flashes inconexos, que se quedaron en la memoria más tiempo del debido porque sucedieron en ese lugar raro delimitado por la vigilia, el sueño profundo, Beiró y General Paz. Y sufro bastante, porque, si le ponemos un poco de lógica al asunto, soy la chica que olvida sus sueños.

Peor aún: soy la chica que no puede soñar.

Tonight's song: Nice Dreams - Radiohead. Best served with: paliativo inmediato, el del daydreaming. Sí, ya sé, es el post más maricón, adolescente y poetry-wannabe que escribí. Mil perdones.

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