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martes, abril 12, 2005

12:00, blinking 

La curva del día termina indefectiblemente en decadencia, no matter how upbeat it began. El almorzar, el necesitar una siesta después de acostarse a las cuatro de la mañana sin sueño, el recordar que el año pasado tenía más justificativo para el cansancio que recién ahora experimento.
Pagaría por una hora de siesta. Dejaría que lo deduzcan de mi ya de por sí paupérrimo sueldo. Es eso o terminar de morir con este dolor de estómago, de enanos cascarrabias y saltones, de ovarios incomprendidos y un tanto piqueteros.
El mundo trabaja autoritariamente. No entiende que hay gente diurna y gente nocturna, gente que se levanta al alba para salir a trotar y gente que trota envuelta en luna. Es esa cosa de pensar que al que madruga Dios lo ayuda, que los insomnes son seres miserables, ojerosos, macilentos de poca utilidad.
Cada reloj biológico está seteado distinto. Por cada lugar de trabajo, por cada lugar de esparcimiento, por cada cosa a hacer deberían haber dos turnos. Están limitando mis escasas posibilidades de felicidad, exhibiéndolas irónicamente a la luz del día.
¿Y qué si cojo de día y corto el pasto de noche? ¿ Y qué si desayuno a las tres de la tarde y ceno a las cuatro de la mañana? ¿Quién fue el que puso en hora al universo?

Tonight's song: Staralfur - Sigur Ros. Best served with: me cago en tu tictacteo, mundo, y duermo parada en el tren. A big, loud FUCK YOU over there!

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