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jueves, marzo 10, 2005

Blue City 

Aquí todos van con la cabeza gacha. No saben que el calor que sienten en su coronilla viene del sol, pues nunca lo han visto; sin embargo conocen cada guijarro, cada insecto, cada pequeña protuberancia del camino, dibujado intensamente por la presión de sus pasos, siempre erosionando el mismo lugar.

Aquí todos van con los hombros tensos. Por eso sus cuellos se atrofian, se deforman; sus espaldas se joroban desde la más tierna edad. Las garras del miedo los aprietan, los ahogan, sus gargantas se cierran y aún respirando siempre superficialmente, no se atreven a un liberador suspiro, que los limpie y renueve por dentro.

Aquí todos van retorciéndose las manos, frías, sudadas, nerviosas, tratando de esconder su perpetuo temblor, su inconsistencia. El más leve movimiento de sus brazos podría llamar la atención sobre ellos, y eso es algo que debe ser evitado en todo momento. Sus ropas no tienen bolsillos, eso sería una flagrante muestra de ociosidad.

Aquí todos van con el ceño fruncido, olas de piel en sus frentes se baten embravecidas, pero imperceptibles puesto que siempre apuntan al suelo. Sus cejas se acostumbraron al continuo movimiento, y conservan entre sus capilares las gotas de sudor frío, de miedo, que constantemente pueblan las sienes.

Aquí todos van sintiendo en la nuca la punzante e intensa mirada de La Lupa, que todo lo ve, que nada deja escapar. Escalofríos los recorren por la espina, haciendo que sus cuerpos se muevan espasmódicamente. Resulta interesante ver cómo esta visión se vuelve casi grotesca, tratando de hacer imperceptible algo de la evidente pero escasa vida que aún les queda.

Aquí todos van sospechando que existen por una razón ulterior, todavía oculta, velada, para sus tortuosas mentes. Imaginan -en completo secreto, por supuesto- que hay algo más, ahí afuera, que esta monótona existencia de perros apaleados intentando salvar su pellejo a costa de las fallas de los demás.

Aquí todos van tirando calendarios. Hace mucho que los días se repiten. Nacen, viven y mueren en una eterna nebulosa atemporal, neblinosa, algo gris, algo crema. No entienden el motivo de separar su vida en períodos de luz y sombras, al fin y al cabo la sombra de hoy es la misma de ayer, la misma de mañana; al fin y al cabo la luz nunca se ve, sólo se presiente.

Aquí todos van despreciando lo desconocido. Le tienen miedo al cambio que trae aparejado, aún sabiendo que lo necesitan desesperadamente, que cuando se acuestan y las garras son vencidas por el sopor, sus toscos cuerpos reclaman un giro en la continuidad, un obstáculo impensando, momentáneo, imprevisto, que haga correr eso que se llama adrenalina, según susurran los locos.

Aquí todos van hablando en murmullos, las bocas secas, los dientes flojos, las lenguas muertas. Sus voces dejaron de ser cantarinas, se hacen graznidos audibles sólo cuando La Lupa se posa demasiado cerca de sus cabezas, cuando necesitan defenderse de lo inexorable.

Tonight's song: Mad World - Gary Jules. Best served with: aquí es peligrosamente cerca de donde trabajo. Nunca fui buena en geografía.

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