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martes, febrero 08, 2005

Think, fast! 

El peligro de no pensar siempre es menor al peligro de pensar demasiado. La
espontaneidad o la desmesurada impulsividad son valores que agregan a la
acción, la hacen más pura, más instintiva, más verdadera; y a la vez generan
un mayor margen de error y posterior potencial arrepentimiento.

Entonces, para condecirme con mi postura, debería seguir actuando por puro
impulso y reprimiendo, en lo profundo de mi nuca, esas garrasregret que
amenazan con treparse hasta mi coronilla.

Ignorance is bliss, dice un viejo dicho ya dicho. Las personas que no
sobreanalizan todo viven vidas más plenas, más seguras, porque el universo
de su entendimiento, su contexto, es mucho más reducido. Las variables a
tomar en consideración decrecen, la complejidad mengua y las decisiones se
tornan más fáciles de tomar.

Más segura, sí, ¿pero cuánto más rica? ¿Vale la pena la pérdida completa de
matices, de tangentes, de detours que lleven a nuevos caminos inexplorados?
¿Realmente vale la pena vivir en la inexorabilidad de elecciones ad
infinitum elegidas, de cursos que no se desvían, de rutinario aplastamiento?

¿Cuán libre es una persona que elige por impulso, si al fin y al cabo es
presa de esos mismos impulsos tanto como el pensante es preso de su cárcel
neuronal?

Por lo pronto, elijo no pensar mucho. El miedo a momentos en blanco en los
que la mente divaga y se retuerce en el pantano de los old issues se hace
cada vez más grande, y mi necesidad de reposar en las tranquilas y
transparentes aguas de lo predecible es imperativa.


Wait, acabo de decir que no quiero pensar? Shit. Estoy perdida.

Tonight's song: I wanna be sedated - The Ramones. Best served with: no sé, no tengo ganas de pensar con qué la escucharía.

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