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martes, febrero 15, 2005

En el jardín 

La hora de tomar el té con leche era fatídica. Todos dejaban los crayones, témperas, acuarelas y ocasionales tijeras de punta roma refunfuñando, y se apostaban en el lugar que podían conseguir.
El grupito de las odiosas iba tomado de los brazos, para no separarse mientras desayunaban. El descastado tenía un hermoso privilegio dentro de su clase social: como no tenía apuro por sentarse cerca de nadie, puesto que nadie lo quería cerca, se tomaba su tiempo y estampaba en las hojas de papel barato un par de manos más que el resto. El bully tomaba la cabecera, enfrentado a la seño, y miraba con beatíficos ojos a sus retoños, a sus serviles monitos vestidos de naranja.
Las más inteligentes se sentaban cerca de "la casita"; al aviso de término del desayuno deberían ir a pelearse, con uñas, dientes y algún juguete plástico, por el vestido rosa y los zapatos de tacos, esos que toda la salita deseaba con fruición. Se desesperaban, corto mano corto fierro si no me lo prestás, pero hoy me toca a mí, siempre lo usás vos. Si hubieran sabido que en 20 años odiarían que las catalogaran de amas de casa...

- Mirá, tengo la hebilla de cordones de Flavia.
- Yo también la tengo.
- Pero la mía tiene todos los colores, la tuya es naranja nada más y aparte
está toda sucia.
- ...
- Acá nos sentamos con Magali y con Rosario. Andate.
- Pero las hamacas son de todos, aparte no las están usando.
- Pero las vamos a usar, así que salí.
- Bueno, si se van a hamacar dame los zapatos marrones.
- No, yo los agarré primero, ahora me los quedo.
- No podés tener todo, Nadia.
- Sí que puedo.

18 años después, todavía puede. ¿Cuántas Nadias despreocupadas y despóticas hay en el mundo? ¿What are the odds de que me toque laburar con una de ellas?

Tonight's song: Kindergarten - Faith No More. Best served with: a 10 year reunion, but 6 years later.

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