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viernes, julio 16, 2004

La Arpía 

         Fémina amazónica, guerrera como toda mujer, entra en el cuadrilátero blandiendo en su mano izquierda un esmaltado consolador, y en su diestra tan diestra una fusta que restalla grititos anticipados de placer.
         Por todo atuendo porta una brevísima minifalda rosa chicle (pegajoso color que oficia de néctar para los zánganos que la desafían en combate) y lo que en algún momento fue una remera, pero ahora es sólo un andrajo convenientemente recortado que en el firme y abundante pecho reza “Mi cara está más arriba”. Sus obvias botas vinílicas no alcanzan a cubrir sus pantorrillas doradas y potentes, sus muslos como pistones. La ropa interior se diluye en esperanzada sospecha, en indicio borroso de probable desnudez que desconcierta y descoloca al oponente.
         Dio sus primeros pasos en los mud fights de Minessotta, siendo aún una niña. Allí se trenzaba en luchas eternas con prostitutas de Mardi Gras devenidas entrenadoras. Complementaba su formación en boliches de la zona, reduciendo a lágrimas a todas las muchachitas en desarrollo y acaparando la atención de todos los varoncitos, a los cuales luego desafiaba en combate.
         Su flexibilidad atlética, su pasado como gimnasta entrenando con la Comaneci y sus múltiples escapadas sexuales con la trouppe completa del Cirque du Soleil le garantizan movimientos de piernas como pocas veces se han visto: la mortal tijereta, la triple apertura, el collar de carne y la planta carnívora se cuentan entre sus maniobras más reconocidas.
         Aún contando con su casi inconmensurable fuerza -que nada tiene que envidiarle al macho más plantado- sus principales armas son su mente aguda y su lengua filosa, que disparan ironías hirientes, precisas, quirúrgicas y más dañinas que cualquier golpe. El ataque psicológico es su especialidad, no en vano es conocida en el circuito como El mortero de egos.
         Sin embargo, esta ejemplar guerrera tiene debilidades muy marcadas, que reiteradas veces le han costado la victoria. No puede resistirse al llamado demandante de cualquier cosa dulce que cruce su vista, se tara a la mera vista de un bebé de pecho y los hombres simpáticos y contestadores neutralizan por completo su lengua venenosa.
 
Tonight's song: Enjoy the wait - Morcheeba. Best served with: becoming a superheroin. Or just some heroin.

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