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miércoles, mayo 05, 2004

La verdad que no. 

No podría interesarme menos que el gordo suicida de Maradona se pasee en bolas por su parque. Déjenlo que chupe frío después de respirar por un tubo por neumonía aguda. Déjenlo morir de una vez, si es Dios como la masa ignara declara, se salvará de una manera u otra, reencarnará en una pelota de diseño de Nike y se meterá incansablemente en todos los arcos del mundo. Dejen de saturarme con móviles que lo siguen de acá para allá, como si fuera una ballena encallada retornando al mar. No es importante. Es sólo un jugador de fútbol, un ícono obligado.

Hoy vi a dos nenes durmiendo abajo de un cartón de televisor a la vuelta de la facultad. Con dos sweaters roídos por el uso (el uso de quien se los regaló, ni siquiera de ellos), los pies desnudos de negras plantas, la cara pringosa y el pelo sucio, pasados de sueño o de pegamento, quién sabe. No había ninguna cámara de televisión ahí. Solamente un perro negro sentado al costado, vigilando todo con mirada cansada, como de resignación sabia o algo así.

Tonight's song: Little Girl Blue - Janis Joplin. Best served with: espacio de crítica social en el blog. De vez en cuando doy un paseo fuera de mi ombligo, aunque no lo crean.

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