No sé ni siquiera por qué escribo esto. La rutina triunfa sobre las convicciones, tristemente cierto. No sé por qué me mato a John Coltrane todo el día, me desespero por el mismo soporte de pene que en algún momento me obesionó (eh, sí, creo que el tiempo pasado está de más ahí, Marianita), rezo por que se le ocurra invitarme a escuchar jazz bien bajito, con dos cafés bien dulces y puchos de esos que se meten en mi boca sin que yo me de cuenta. Así, sí, lugar común y con ánimos conformistas. El espíritu revolucionario y con leves ínfulas de originalidad cede ante las ganas que te tengo, tristemente cierto.

Entonces, ¿la obsesión es sana porque te empuja, o enfermiza porque te consume? No sé. El espiralado cumple sus funciones cuando la computadora está lejos, pero tipear es más cómodo. Old habits die hard. Sólo espero que nadie vuelva por acá y me tilde -con justa razón- de histérica irremediable. Este blog encontró su veta definitiva, y es la catártica. Ya han sido avisados.

Tonight's song: Say it - John Coltrane. Best served with: las notas acariciándome las mejillas, de ojos cerrados. Tus dedos acariciando mi boca, de ojos brillantes.