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sábado, diciembre 06, 2003

De anoche 

Fue el cumpleaños de Lucho. Tiene una preciosa casa, de esas que a todos nos gustaría tener -onda country, bow windows hasta atrás del inodoro, mucho adorno y velitas y cosas repreciosas-; con una pileta nada despreciable.
Breve reseña: cerveza tirada artesanal de Buller, muchos tragos de todos los colores (en un tiro yo ya era una Rainbow Brite con miras al Betty Ford Center); buena música (cuando me encargué yo, porque admito que antes hemos llegado a escuchar a Juan Luis Guerra, que da para curtir pero no para una fiesta en la pileta. No cuenten dinero adelante de los pobres, muchachossss); buena gente (amigos de la facu que se están volviendo cada vez más amigos, con los que la paso excelentemente, más amigos del cumpleañero, que son personas muy copadas).

Pero, ooooh chan chan! Hete aquí que Marucuturu, siendo tan rápida y sagaz e inteligente, se había olvidado su bañador (en serio, no soy de las que "se olvidan" porque "se olvidaron" de bajar esos catorce kilos de mas. Cuando se puede zafar de la pelopincho y meterse en una pileta primermundista, se va con flotadores y al que no le guste que no mire). Cuestión; malla de Lucho -ahora la mina curte onda surfer, me faltaban los lentes transparentes, reflejos en el pelo y un tatuaje acorde-, remera salvadora de Agus y adeeeentro. Ah, disfruté como una nena en colonia de vacaciones del Triglav.

Mi gran pregunta: ¿por qué la gente pone esas lajas alrededor de la pileta? ¿Sabrán que raspan como mil condenados demonios egoístas con tenedores de punta hacia nuestras pobres rodillas?

Por ahora, es todo lo que puedo contar. Próximamente, fotosssssssssssssssssss! (con mi cara convenientemente tapada, no sea cosa de perder todo el misterio, vio?)

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