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sábado, septiembre 27, 2003

Misery loves company 

Tengo un grupo de gente cercana a mí que presenta patologías que un psiquiatra seguramente denominaría depresivas: todo lo malo en la vida les pasa a ellos, todo lo que tienen que hacer es aburrido, gris y oscuro, se entristecen si la lechuga se pudrió o si tienen que estudiar un capítulo más o si la película que fueron a ver no resultó ser tan buena. Se paranoiquean con sus obligaciones, todo lo ven con un granangular con filtro oscuro y su existir es una casi eterna sucesión de tristezas encadenadas. Van con una mirada apática y automática por la vida, y a veces la contagian.
Lo bueno de ellos es que cuando encuentran algo que los hace felices, se aferran con alma y vida. Lo disfrutan como nadie de nosotros podría hacerlo, porque es una de las pocas cosas que los ilumina como seres.

Y yo todavía estoy en el medio. No quiero ser como ellos. No quiero ser la densita que todos tienen que estar animando por miedo a encontrarla con las venas abiertas en el sillon del living. Odio el melodrama y los problemas insignificantes. Y odio tener que poner cara de poker para aconsejar sobre esos problemas.

Por lo tanto, a partir de ahora todo este humorcito gris y pedorro me lo meto bien en el culo y vuelvo a ser la de antes. Nadie tiene la culpa de mis paranoiqueadas pseudoamorosas, sólo yo. Asi que hoy a la noche salgo a loquearla como nunca, me saco esta modorra depresiva de encima y se van todos bien a la mierda.

He dicho.

7UP-DIET: Nacho me aconsejó lo único que quería que me aconsejaran: "quiero que te levantes toda desagradable de la resaca, todavía mareada mires a tu alrededor y te des cuenta que no tenes que olvidarte de algo que ni siquiera te acordas"
Qué capo.

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