Hoy volvía de la facultad para mi casa, bajándome en Retiro del subte y esperando cruzar esas pseudovías infames que quedaron de la época del tranvía, cuando de repente sonó una sirena como de mil ballenas francas en pleno parto:
un tren carguero se proponía cruzar la avenida sobre esas mismas vías infames que otrora guiaran el camino de tantos paseos dominicales de nuestros padres.
Tren carguero...inmediatamente connota LONGITUD. No terminaba de pasar más. Lo más gracioso de todo es que el tránsito callejero del mediodía de Retiro se congeló por unos buenos cinco minutos, todos mirándonos las jetas como boludos mientras el tren pasaba leeeentamente (mi vieja caminando de manos con una cacerola de goulash en el pie derecho iba más rápido).

Por un momento me sentí en un ascensor a cielo abierto, con capacidad para 100 personas.